Las piernas son esa parte del cuerpo que un gran número de personas no entrenan o, si lo hacen, es casi por obligación o a desgano y sin intensidad
Unas piernas fuertes nos garantizarán más potencia general a la hora de realizar el resto de ejercicios o al practicar algún deporte. Como los abdominales y el core, las piernas son una parte fundamental del empuje y estabilidad del cuerpo. Una de las consecuencias de no entrenar las piernas es el hecho de limitar el avance o mejora en otros ejercicios para trabajar el tren superior
Hacer ejercicio hace que aumente nuestro metabolismo basal, ya que requerimos consumir un mayor número de calorías para poder satisfacer las demandas energéticas del organismo. En el tren inferior, al tratarse de un grupo muscular grande, la concentración de fibras es mayor y por ello el desgaste es mayor por parte del organismo. Este requerimiento de más energía hace que el entrenamiento de piernas sea una actividad perfecta para quemar más calorías que de manera habitual
El entrenamiento con pesas de piernas favorece la secreción de testosterona, la hormona de crecimiento por excelencia, a mayor número de fibras musculares implicadas mayor testosterona se secretará durante la fase de descanso muscular
Unas piernas fuerte brindan protección y fortalecimiento a las articulaciones por lo tanto es ideal para prevenir lesiones
Realizar ejercicio es una de las mejores formas de estimular la circulación sanguínea. El flujo de sangre facilita el transporte de nutrientes, la depuración de sustancias de desecho, y evita la acumulación de líquidos y la formación de nódulos de grasa (celulitis)
La tibia y el peroné son los huesos que le dan estructura a la extremiedad inferior de la pierna, entre la rodilla y el tobillo. El peroné se sitúa de forma paralela a la tibia y es más delgado que ésta y a diferencia de la tibia, el peroné no soporta peso y no foma parte en la articulación de la rodilla.
La tibia es el hueso más largo y grueso de los dos, y el que soporta todo el peso de la articulación. En su parte superior, la meseta tibial, se encuentran los platillos tibiales medial y lateral. En la meseta tibial se da el encaje entre los platillos tibiales y los cóndilos femorales para formar la articulación de la rodilla. En la zona próxima a la rodilla, la meseta externa de la tibia encaja con el peroné, más delgado y más corto que la tibia (el peroné no forma parte de la articulación de la rodilla y no soporta el peso de la pantorrilla) y situado en la parte exterior de la pierna. En la parte inferior, ambos huesos vuelven a unirse en la articulación del tobillo.
Mecanismo
La fractura de tibia y peroné es una lesión traumática grave, que suele producirse por un fuerte golpe directo sobre la zona ya se en un partido de fútbol o practicando esquí, o por un mecanismo de rotación forzada. De todas maneras, no es necesario un golpe muy violento para que se produzca la fractura, puede bastar un choque de intensidad moderada o un movimiento rotacional forzado.
Otro tipo de fractura que afecta especialmente a la tibia en la zona media y distal es aquella causada por la repetición de contracciones de los músculos de la pierna y son las llamadas fractura por estrés.
Sintomas
- Dolor muy fuerte.
- Imposibilidad de caminar, soportar peso, ni mover la extremidad afectada.
- No es infrecuente que se trate de fracturas abiertas, ya que la capa de piel y hueso que recubre la tibia es muy delgada. En estos casos, puede verse un fragmento de hueso atravesando la piel
- En caso de roturas cerradas (no sobresale ningún fragmento de hueso a través de la piel) puede detectarse una deformidad significativa en la zona de la lesión.
- Hinchazón.
- Hemorragia interna.
- Pérdida de sensibilidad en la zona afectada y por debajo de esta (si se ha lesionado algún nervio a consecuencia de la fractura).
Recuperación
El manejo de este tipo de lesiones debe tener como principal objetivo la consolidación de la fractura en el menor tiempo posible, sin que queden deformidades y sin que la extremidad pierda su función. Cuando se trata de una fractura abierta o expuesta, el principal objetivo es evitar que la lesión se infecte.
No siempre es necesaria una intervención quirúrgica ya que dependerá del tipo de lesión, su estabilidad y si tiene o no compromiso de las superficies articulares, tanto en rodilla como en tobillo. De ser necesaria la operación, lo habitual es que se coloque un clavo endomedular o placas especiales que están diseñadas anatómicamente.