En la medida que nacemos, crecemos y vamos pasando por las distintas etapas biológicas de nuestra vida podríamos identificar situaciones puntuales donde la visita al nutricionista se vuelve un acto esencial
- El nacimiento y la primera infancia son etapas valoradas habitualmente por el pediatra, quien a través de las Tablas de referencia de Percentiles evalúan los desvíos en función de los valores normales. El trabajo interdisciplinario permitirá el accionar del Nutricionista con el fin de corregir el peso corporal del niño o niña. Es imprescindible brindar herramientas para educar en hábitos de alimentación saludables
- La pubertad y la adolescencia son etapas cruciales donde los niños o niñas se ven influenciados por una sociedad que habitualmente ejerce una presión muy grande sobre la imagen corporal y que genera conflictos internos que afectan la ingesta alimentaria. El nutricionista se vuelve un gran canalizador de esas tensiones generadas. Estas etapas denotan un rápido crecimiento de la talla y los requerimientos nutricionales deben adecuarse en función del sexo
y la edad
- La adultez está signada por particularidades que nos permiten atender a una demanda muy variada y diversa de factores patológicos como diabetes, sobrepeso, enfermedades gastrointestinales, renales, etc. que requieren de cuidados individuales especiales. Así mismos requerimientos nutricionales alterados por situaciones particulares como las que vive la mujer embarazada o en lactancia o como en los deportistas suponen una valoración nutricional distinta, especial donde se priorice el análisis completo de su composición corporal para establecer los objetivos de la dieto-terapia
- La tercera edad se caracteriza por una marcada caída del nivel de masa muscular, alteraciones gastrointestinales como estreñimiento, osteoporosis, afecciones cardíacas, desnutrición, depresión, etc. Estas y otras cuestiones tienen mejor pronóstico cuando el nutricionista
adquiere protagonismo
Lic. Mariano Attadia
Kynet Recoleta